Tengo de Sanlúcar un recuerdo
de mar....
y de marisco.
Un recuerdo de calles blancas,
un recuerdo de plazas blancas,
un recuerdo de sus blancas
azoteas;
perlas en sus patios las flores
blancas.
Tengo de Sanlúcar un recuerdo de
jazmines,
de nardos y caracolas, de
perfumes,
de rizada mar con música de olas
y gaviotas
bajo turquesa de irradiante
claridad.
Un recuerdo de doradas arenas
mañaneras
-en la bajamar niños buscan
caracolitos -;
el recuerdo de su playa tendida y
larga
clavando en la espuma de su punta
lejana.
El mejillonero, limón, sal, calle
Ancha,
y el olor a manzanilla.
Un toldo – sombra en el sol,
toros -,
y junto a la hamaca el búcaro de
agua.
Tengo de Sanlúcar el recuerdo
del mar...
y de sus marineros.
Enormes bodegas, inmensa alegría,
( tragedia: alcohol)
luz, mucha luz entre brisas de
pleamar,
viñedos... navazos...
música de pájaros... fandangos.
Cuestas:
Barrio de mar y
barrio de campo
-de faja verde el arbolado-,
Una sensación visual clara:
Sanlúcar... La Jara... Bonanza...
blancas como tres piraguas.
Puestas de sol
-de plata tiembla la mar,
Oñana muere violeta-.
Puestas de sol...
(¡qué decir de sus puestas de
sol!)
Incendios, fuego, llamas,
locuras, bermellón.
Carmelo de Diego
Recuerdo - Junio 1952
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