El periódico La Época publicaba
el día 8 de octubre del año 1913 el artículo que transcribo sobre la Colonia
Monte Algaida, porque me parece bastante interesante para conocer algunos
detalles de la misma:
La Colonia del Monte Algaida
Las ventajas de la ley de
colonización.- Ejemplo digno de imitarse.- Una excursión a la colonia.- Régimen
social cooperativo.
Es indudable que dos de los principales
problemas que afectan en la actualidad a nuestro país son el de la emigración y
el de las huelgas.
A contener aquella y a evitar los
conflictos obreros que continuamente surgen en todas las poblaciones de España,
deben prestar preferente atención los gobernantes si quieren mantener, tanto el
vigor y la energía de la raza, como el natural desarrollo de la riqueza nacional.
La emigración, sobre todo en
algunas provincias, aumenta cada año de modo alarmante legiones de hombres
huyen a lejanas tierras en busca de un bienestar tranquilo y ante el temor de
no poder conseguir nunca en el suelo patrio.
El problema de las huelgas va
sembrando poco a poco la alarma entre los capitales españoles, y el continuo
malestar de la clase obrera hace pensar en la necesidad de estudiar a
conciencia estas interesantes cuestiones.
A solucionar en gran parte estos
problemas vino la ley de colonización y repoblación interior, presentada a las
Cortes en Mayo de 1907 por los señores González Besada y vizconde de Eza
ministro de Fomento y director de Agricultura, respectivamente y aprobada
entonces por las Cámaras.
Merced a ella se constituyó en el
ministerio de Fomento una Junta central que, desde aquella época, ha venido
realizando notables trabajos de colonización y repoblación; pero por desgracia,
es tal la indiferencia con que se miran estos trabajos, que hasta la hora
presente ha encontrado el Estado muy escasos auxiliares a una obra tan
provechosa para el proletariado en general y especialmente para los obreros del
campo, dándose el caso de que muchos Municipios que cuentan con medios
suficientes para haber secundado la labor de la mencionada Junta han
permanecido inactivos, cuando, al amparo de la ley del Sr. Besada, han podido
funda colonias agrícolas, que hubiesen hecho disminuir notablemente la
emigración y los movimientos huelguistas, desde el momento que el obrero se
convertiría en explotador de sus propias tierras y patrono de si mismo.
Una honrosa excepción de esos Municipios y un
ejemplo evidente, por tanto, de los provechosos resultados de aquella ley lo
constituye el Ayuntamiento de la ciudad gaditana de Sanlúcar de Barrameda, que
por iniciativa de su alcalde, D. Leopoldo del Prado, empezó a constituir el año
1909 una pintoresca colonia, denominada La Algaida, cuyo proyecto, redactado
por el ingeniero agrónomo D. Ángel Torrejón, fue aprobado por la Junta central
y defendido en las Cortes por el ex ministro D. Bernabe Davila y el conde de
los Andes.
En realidad el Sr. Castro había
pensado ya repetidas veces, antes de la ley de 1907, en la conveniencia de un
repartimiento de los terrenos del monte de la Algaida, basándose en la escasa
productividad del pinar, en la posibilidad de plantar en aquellos terrenos
viñas que diesen buen rendimiento, y en la crisis de carácter agrario social
que tantos trastornos produce en aquella comarca.
La ley de colonización vino en
apoyo de los ideales del alcalde de Sanlúcar, y este una vez aprobado el
proyecto por él presentado, se dedicó con todo entusiasmo, y en unión del Sr.
Torrejón, a la construcción de la colonia agrícola.
Por fortuna, los resultados
obtenidos hasta la fecha han superado a las esperanzas de los propios
iniciadores, y hoy está convertido el monte Algaida en un centro de vida, cuya
organización es digna de atención especial.
No se ha tratado sólo de un
simple reparto de terrenos, sino de una completa obra de colonización, en sus
aspectos económico, social y agronómico, y de la creación de una población
rural, ya bastante numerosa, bajo un régimen social completamente nuevo.
De ello han podido convencerme
los numerosos excursionistas, pertenecientes a las más distinguidas familias de
Jerez de la Frontera, que recientemente hicieron una expedición a la nueva
colonia, invitados por el Sr. Torrejón.
Los expedicionarios fueron en
coches hasta el pueblo de Bonanza, y desde ahí se trasladaron a la Algaida en
un ferrocarril de vía estrecha, que es el que utilizan los colonos para el
transporte de la arena y de sus mercancías.
Sólo diez minutos tardó el tren
en llegar a la Algaida, en cuyos comienzos, a la derecha de la vía, se levanta
la primera casa que sirve de alojamiento a un colono y su familia.
Frente a este edificio se halla
el taller de serrería del contratita de los pinares, y junto a un pequeño
montículo, un Observatorio Meteorológico, con un material completo de aparatos
de precisión.
Ya entrando en la colonia, se
encuentra las demás casas, construidas todas con arreglo a los mismos planos, y
en cada una de las cuales vive tan sólo un colono con su familia. Estas casas,
de construcción sólida, están hechas con cemento armado, y constan de dos
cuerpos de edificio, entre los cuales hay un patio descubierto.
El edificio de la derecha tiene
dos habitaciones, una cocina de construcción moderna y un cuarto destinado a
herramientas. El de la izquierda consta de un comedor espacioso y dos alcobas
perfectamente ventiladas. El retrete, con inodoro, se halla muy bien
acondicionado, en un extremo del patio. Todas las ventanas están defendidas
contra los mosquitos por tupidas telas metálicas.
Frente a la casa de cada colono
se extiende el terreno que se le ha cedido para su explotación, cuyo ----- es
arenoso-siliceo perfectamente permeable, siendo curioso observar que en unas
tierras formadas como aquellas, por extensos arenales, se desarroya una
espléndida vegetación, hasta el punto de haber llamado la atención a infinidad
de extranjeros.
Claro está que ello es debido al
esfuerzo verdad del agricultor, que como trabaja en su propio suelo y halla en
los rendimientos que este le da la facilidad a que aspira, no abandona su labor
en todo el día, habiendo épocas en que se le ve a altas horas de la noche
trabajando, con la seguridad del hombre feliz que tiene la evidencia de recoger
el ---- integro de su trabajo.
En la actualidad ocupa la colonia
162 hectáreas de tierra, de las 1.191 de que consta el monte hasta ahora está
poblada por 60 familias, cuyos respectivos jefes son propietarios de dos
hectáreas, que dedican al cultivo del navazo y a la plantación de la viña.
Cuando la colonia esté terminada,
el número de colonos ascenderá a 250.
En el centro de ella hay dos
parcelas destinadas al emplazamiento de los siguientes edificios comunales,
capilla, administración y casa del administrador de la colonia, botiquín y casa
del médico, despacho de la Cooperativa, del guarda, almacén y dependencias
almacenes de semillas y abonos y de mostos y vinos, molino y panadería.
Escuelas de niños y niñas y casas para los maestros; extendiéndose, en el
centro de todas estas construcciones un hermoso jardín de superficie de más de
una hectárea.
El despacho de la Cooperativa,
las Escuelas y un depósito ya están terminados y funcionando.
Otro edificio que también será
construido en breve es el destinado a Sala de Junta de los colonos, que se
utilizará también para espectáculos y recreos, y en el que un personal técnico
dará frecuentemente conferencias a los colonos sobre vida social y agrícola de
carácter eminentemente práctico.
Se ha construido además en la
entrada de la colonia, frente al Observatorio, la casa del guarda mayor, un
taller de cerrajería y el depósito de la máquina y las vagonetas del
ferrocarril de vías estrecha antes citado, que mantiene en constante relación a
unos colonos con otros y a estos con el pueblo de Bonanza, ya en la falda del
monte.
Pero los beneficios que disfrutan
los colonos de la Algaida no se reducen sólo a la vivienda ni a las parcelas de
terreno que les proporcionan los medios de sustento para si y su familia, sino
que cuentan, como antes decimos con una Cooperativa y unas Escuelas.
La primera es un verdadero modelo
en su clase, como órgano intermediario y educativo de los colonos en sus necesidades
de crédito, ahorro, seguro, compra, venta y mejora cultural; pues les
proporciona las ventajas morales y económicas de la ayuda reciproca y de la
unión de esfuerzos para el bien común.
Consta de una tienda
perfectamente surtida, a la que acuden los colonos a hacer sus compras, y en la
que obtienen, además de grandes ventajas en los precios, la garantía de la
buena calidad de los artículos y el peso exacto de la mercancía.
Las Escuelas disponen de material
pedagógico moderno y mobiliario cómodo y sencillo, modelo alemán, construido en
las carpinterías de la colonia.
El edificio escuela está rodeado
por un espeso bosque de pinos.
No hay que decir que el
entusiasmo de las familias que hasta ahora viven en la colonia es mayor cada
vez en vista del resultado económico que obtienen. Muchas de ellas, que fueron
admitidas estando en la mayor miseria, han recogido ya dos o tres cosechas, y
viven ahora en plena felicidad, después de haber pagado todas sus deudas, y
habiendo adquirido algún ganado y unas cuantas aves.
¿Serían capaces estos colonos
ahora de pensar en emigraciones o en huelgas?. Claro está que no.
¿No podría imitarse el ejemplo
dado por Municipio de Sanlúcar en otros puntos de España?.
La colonia del monte Algaida
representa las excelencias evidentes de la ley del Sr. González Besada. Los
estadistas, gobernantes y sociólogos que se preocupen por los intereses
materiales del país, debieran suspender por unos días sus tareas para acudir a
las arenas de la Algaida, y al contemplar la ciudad perfectamente alineada, que
en estériles dunas está formándose, al escuchar a sus dichosos pobladores y al
estudiar el régimen social cooperativo que les asocia, podrían sin duda hacer
una buena obra a España, y quién sabe si evitar por completo el triste
espectáculo que ofrecen esos buques cargados de emigrantes, que atraviesan
constantemente los mares hacia tierras lejanas…
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