jueves, 23 de abril de 2015

Hemeroteca: La Época, 8 octubre 1913

El periódico La Época publicaba el día 8 de octubre del año 1913 el artículo que transcribo sobre la Colonia Monte Algaida, porque me parece bastante interesante para conocer algunos detalles de la misma:

La Colonia del Monte Algaida
Las ventajas de la ley de colonización.- Ejemplo digno de imitarse.- Una excursión a la colonia.- Régimen social cooperativo.
 Es indudable que dos de los principales problemas que afectan en la actualidad a nuestro país son el de la emigración y el de las huelgas.
A contener aquella y a evitar los conflictos obreros que continuamente surgen en todas las poblaciones de España, deben prestar preferente atención los gobernantes si quieren mantener, tanto el vigor y la energía de la raza, como el natural desarrollo de la riqueza nacional.
La emigración, sobre todo en algunas provincias, aumenta cada año de modo alarmante legiones de hombres huyen a lejanas tierras en busca de un bienestar tranquilo y ante el temor de no poder conseguir nunca en el suelo patrio.
El problema de las huelgas va sembrando poco a poco la alarma entre los capitales españoles, y el continuo malestar de la clase obrera hace pensar en la necesidad de estudiar a conciencia estas interesantes cuestiones.
A solucionar en gran parte estos problemas vino la ley de colonización y repoblación interior, presentada a las Cortes en Mayo de 1907 por los señores González Besada y vizconde de Eza ministro de Fomento y director de Agricultura, respectivamente y aprobada entonces por las Cámaras.
Merced a ella se constituyó en el ministerio de Fomento una Junta central que, desde aquella época, ha venido realizando notables trabajos de colonización y repoblación; pero por desgracia, es tal la indiferencia con que se miran estos trabajos, que hasta la hora presente ha encontrado el Estado muy escasos auxiliares a una obra tan provechosa para el proletariado en general y especialmente para los obreros del campo, dándose el caso de que muchos Municipios que cuentan con medios suficientes para haber secundado la labor de la mencionada Junta han permanecido inactivos, cuando, al amparo de la ley del Sr. Besada, han podido funda colonias agrícolas, que hubiesen hecho disminuir notablemente la emigración y los movimientos huelguistas, desde el momento que el obrero se convertiría en explotador de sus propias tierras y patrono de si mismo.
Una honrosa excepción de esos Municipios y un ejemplo evidente, por tanto, de los provechosos resultados de aquella ley lo constituye el Ayuntamiento de la ciudad gaditana de Sanlúcar de Barrameda, que por iniciativa de su alcalde, D. Leopoldo del Prado, empezó a constituir el año 1909 una pintoresca colonia, denominada La Algaida, cuyo proyecto, redactado por el ingeniero agrónomo D. Ángel Torrejón, fue aprobado por la Junta central y defendido en las Cortes por el ex ministro D. Bernabe Davila y el conde de los Andes.
En realidad el Sr. Castro había pensado ya repetidas veces, antes de la ley de 1907, en la conveniencia de un repartimiento de los terrenos del monte de la Algaida, basándose en la escasa productividad del pinar, en la posibilidad de plantar en aquellos terrenos viñas que diesen buen rendimiento, y en la crisis de carácter agrario social que tantos trastornos produce en aquella comarca.
La ley de colonización vino en apoyo de los ideales del alcalde de Sanlúcar, y este una vez aprobado el proyecto por él presentado, se dedicó con todo entusiasmo, y en unión del Sr. Torrejón, a la construcción de la colonia agrícola.
Por fortuna, los resultados obtenidos hasta la fecha han superado a las esperanzas de los propios iniciadores, y hoy está convertido el monte Algaida en un centro de vida, cuya organización es digna de atención especial.
No se ha tratado sólo de un simple reparto de terrenos, sino de una completa obra de colonización, en sus aspectos económico, social y agronómico, y de la creación de una población rural, ya bastante numerosa, bajo un régimen social completamente nuevo.
De ello han podido convencerme los numerosos excursionistas, pertenecientes a las más distinguidas familias de Jerez de la Frontera, que recientemente hicieron una expedición a la nueva colonia, invitados por el Sr. Torrejón.
Los expedicionarios fueron en coches hasta el pueblo de Bonanza, y desde ahí se trasladaron a la Algaida en un ferrocarril de vía estrecha, que es el que utilizan los colonos para el transporte de la arena y de sus mercancías.
Sólo diez minutos tardó el tren en llegar a la Algaida, en cuyos comienzos, a la derecha de la vía, se levanta la primera casa que sirve de alojamiento a un colono y su familia.
Frente a este edificio se halla el taller de serrería del contratita de los pinares, y junto a un pequeño montículo, un Observatorio Meteorológico, con un material completo de aparatos de precisión.
Ya entrando en la colonia, se encuentra las demás casas, construidas todas con arreglo a los mismos planos, y en cada una de las cuales vive tan sólo un colono con su familia. Estas casas, de construcción sólida, están hechas con cemento armado, y constan de dos cuerpos de edificio, entre los cuales hay un patio descubierto.
El edificio de la derecha tiene dos habitaciones, una cocina de construcción moderna y un cuarto destinado a herramientas. El de la izquierda consta de un comedor espacioso y dos alcobas perfectamente ventiladas. El retrete, con inodoro, se halla muy bien acondicionado, en un extremo del patio. Todas las ventanas están defendidas contra los mosquitos por tupidas telas metálicas.
Frente a la casa de cada colono se extiende el terreno que se le ha cedido para su explotación, cuyo ----- es arenoso-siliceo perfectamente permeable, siendo curioso observar que en unas tierras formadas como aquellas, por extensos arenales, se desarroya una espléndida vegetación, hasta el punto de haber llamado la atención a infinidad de extranjeros.
Claro está que ello es debido al esfuerzo verdad del agricultor, que como trabaja en su propio suelo y halla en los rendimientos que este le da la facilidad a que aspira, no abandona su labor en todo el día, habiendo épocas en que se le ve a altas horas de la noche trabajando, con la seguridad del hombre feliz que tiene la evidencia de recoger el ---- integro de su trabajo.
En la actualidad ocupa la colonia 162 hectáreas de tierra, de las 1.191 de que consta el monte hasta ahora está poblada por 60 familias, cuyos respectivos jefes son propietarios de dos hectáreas, que dedican al cultivo del navazo y a la plantación de la viña.
Cuando la colonia esté terminada, el número de colonos ascenderá a 250.
En el centro de ella hay dos parcelas destinadas al emplazamiento de los siguientes edificios comunales, capilla, administración y casa del administrador de la colonia, botiquín y casa del médico, despacho de la Cooperativa, del guarda, almacén y dependencias almacenes de semillas y abonos y de mostos y vinos, molino y panadería. Escuelas de niños y niñas y casas para los maestros; extendiéndose, en el centro de todas estas construcciones un hermoso jardín de superficie de más de una hectárea.
El despacho de la Cooperativa, las Escuelas y un depósito ya están terminados y funcionando.
Otro edificio que también será construido en breve es el destinado a Sala de Junta de los colonos, que se utilizará también para espectáculos y recreos, y en el que un personal técnico dará frecuentemente conferencias a los colonos sobre vida social y agrícola de carácter eminentemente práctico.
Se ha construido además en la entrada de la colonia, frente al Observatorio, la casa del guarda mayor, un taller de cerrajería y el depósito de la máquina y las vagonetas del ferrocarril de vías estrecha antes citado, que mantiene en constante relación a unos colonos con otros y a estos con el pueblo de Bonanza, ya en la falda del monte.
Pero los beneficios que disfrutan los colonos de la Algaida no se reducen sólo a la vivienda ni a las parcelas de terreno que les proporcionan los medios de sustento para si y su familia, sino que cuentan, como antes decimos con una Cooperativa y unas Escuelas.
La primera es un verdadero modelo en su clase, como órgano intermediario y educativo de los colonos en sus necesidades de crédito, ahorro, seguro, compra, venta y mejora cultural; pues les proporciona las ventajas morales y económicas de la ayuda reciproca y de la unión de esfuerzos para el bien común.
Consta de una tienda perfectamente surtida, a la que acuden los colonos a hacer sus compras, y en la que obtienen, además de grandes ventajas en los precios, la garantía de la buena calidad de los artículos y el peso exacto de la mercancía.
Las Escuelas disponen de material pedagógico moderno y mobiliario cómodo y sencillo, modelo alemán, construido en las carpinterías de la colonia.
El edificio escuela está rodeado por un espeso bosque de pinos.
No hay que decir que el entusiasmo de las familias que hasta ahora viven en la colonia es mayor cada vez en vista del resultado económico que obtienen. Muchas de ellas, que fueron admitidas estando en la mayor miseria, han recogido ya dos o tres cosechas, y viven ahora en plena felicidad, después de haber pagado todas sus deudas, y habiendo adquirido algún ganado y unas cuantas aves.
¿Serían capaces estos colonos ahora de pensar en emigraciones o en huelgas?. Claro está que no.
¿No podría imitarse el ejemplo dado por Municipio de Sanlúcar en otros puntos de España?.

La colonia del monte Algaida representa las excelencias evidentes de la ley del Sr. González Besada. Los estadistas, gobernantes y sociólogos que se preocupen por los intereses materiales del país, debieran suspender por unos días sus tareas para acudir a las arenas de la Algaida, y al contemplar la ciudad perfectamente alineada, que en estériles dunas está formándose, al escuchar a sus dichosos pobladores y al estudiar el régimen social cooperativo que les asocia, podrían sin duda hacer una buena obra a España, y quién sabe si evitar por completo el triste espectáculo que ofrecen esos buques cargados de emigrantes, que atraviesan constantemente los mares hacia tierras lejanas…

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