sábado, 11 de enero de 2014

Viaje por el Guadalquivir


En un artículo titulado Bética (Notas de un viaje de estudios por la Baja Andalucía), de Constancio Bernaldo de Quirós, publicado en La Lectura, Revista de Ciencias y de Artes, de enero de 1912 hace la siguiente descripción del viaje que realiza en el vapor Bajo de Guía, desde Sevilla a Bonanza:
El vaporcito Bajo de Guía nos aleja ya de Sevilla, siguiendo una corriente imperceptible como la de estas aguas, que en más de 80 kilómetros que les faltan hasta conocer el mar, sólo descienden seis metros.
Cuando la silueta de la ciudad se ha borrado del horizonte, el río, en un torno pronunciado, nos muestra al frente el pintoresco pueblecillo de San Juan de Aznalfarache. Poco después está Gelves, frente al cual vierte el Guadaira su contribución al caudal del río grande. Un toro bebe en la orilla y levanta la cabeza para mirarnos. Es un Miura. La paz del herbívoro ha desaparecido en su raza, degenerando en la arrogancia agresiva de la fiera. ¿Quién se le pondrá delante recitando en alta voz el soneto de Caducci, Il bove?.
Fluye el río caudaloso, sereno, entre márgenes frondosas que cierran a uno y otro lado el horizonte sobre el cual se alza la bóveda azul sin nubes. Siempre en la margen derecha, aparece otro pueblo, Coria del Río; otro poco después, La Puebla junto a Coria. Nuevo gran torno que se inicia en seguida, y a poco la corriente se divide en tres brazos que separan dos islas. La de la derecha es la isla Mayor, llamada también Hernando; la de la izquierda es la isla Menor, por otro nombre Amelia. Ya aquí la corriente del río comienza a retroceder, impulsada por la del mar, en pleno flujo. El puertecito de Bonanza, en la orilla izquierda, se muestra a sólo tres kilómetros de la desembocadura. Las aguas del Guadalquivir son saladas y en el ambiente se aspira el aire de mar, impregnado con el olor de hembra de sus ondas madres.

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