En un artículo titulado Bética
(Notas de un viaje de estudios por la Baja Andalucía), de Constancio Bernaldo
de Quirós, publicado en La Lectura, Revista de Ciencias y de Artes, de enero de
1912 hace la siguiente descripción del viaje que realiza en el vapor Bajo de
Guía, desde Sevilla a Bonanza:
El vaporcito Bajo de Guía nos
aleja ya de Sevilla, siguiendo una corriente imperceptible como la de estas
aguas, que en más de 80 kilómetros que les faltan hasta conocer el mar, sólo descienden
seis metros.
Cuando la silueta de la ciudad se
ha borrado del horizonte, el río, en un torno pronunciado, nos muestra al
frente el pintoresco pueblecillo de San Juan de Aznalfarache. Poco después está
Gelves, frente al cual vierte el Guadaira su contribución al caudal del río
grande. Un toro bebe en la orilla y levanta la cabeza para mirarnos. Es un
Miura. La paz del herbívoro ha desaparecido en su raza, degenerando en la
arrogancia agresiva de la fiera. ¿Quién se le pondrá delante recitando en alta
voz el soneto de Caducci, Il bove?.
Fluye el río caudaloso, sereno,
entre márgenes frondosas que cierran a uno y otro lado el horizonte sobre el
cual se alza la bóveda azul sin nubes. Siempre en la margen derecha, aparece
otro pueblo, Coria del Río; otro poco después, La Puebla junto a Coria. Nuevo
gran torno que se inicia en seguida, y a poco la corriente se divide en tres
brazos que separan dos islas. La de la derecha es la isla Mayor, llamada
también Hernando; la de la izquierda es la isla Menor, por otro nombre Amelia.
Ya aquí la corriente del río comienza a retroceder, impulsada por la del mar,
en pleno flujo. El puertecito de Bonanza, en la orilla izquierda, se muestra a
sólo tres kilómetros de la desembocadura. Las aguas del Guadalquivir son
saladas y en el ambiente se aspira el aire de mar, impregnado con el olor de
hembra de sus ondas madres.
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