Hacía mucho tiempo que no dedicaba una tarde,
un atardecer a no hacer nada, simplemente a pasear por las calles de Sanlúcar
de Barrameda camino de ninguna parte.
El lunes la casualidad hizo que mi amigo
Eduardo y yo nos dedicásemos a esa plácida tarea durante varias horas, a
continuación de acercarnos a la Calzada para ver unos puestos que estaban
colocados con motivo del Día del Libro.
Era una tarde noche preciosa, con esa luz del
atardecer sanluqueño que todo lo envuelve y que transmite paz, serenidad, sin
el bullicio de la mañana.
Calle Trascuesta, totalmente solitaria, sin
apenas una o dos personas que pasaban de vuelta a sus casas, o sabe dios donde.
Plaza Madre de Dios, también tranquila, reposada y que después del duelo por
las dos esbeltas palmeras que los malditos picudos se llevaron por delante,
ahora podemos consolarnos con ver la fachada del convento desde otra
perspectiva.
La calle Locutorio, que aun conserva el
antiguo rótulo de Callejuela del Locutorio de Madre de Dios, desde donde podemos
se puede apreciar la caída del crepúsculo sobre la bodega de los Orleans y
parte del boscoso jardín del Palacio Municipal y la esbelta calle Baños.
Habían pasado varias horas, habíamos charlado
de lo divino y de lo humano e hicimos algunas fotos que aquí os dejo, y que
espero que os guste.
El paseo vespertino no pudo ser más
productivo, esas pequeñas cosas que hacen que nuestra vida sea un poquito
mejor. Eso se llama disfrutar de Sanlúcar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario