¡Que momento aquel en el que el barco de vapor toca el muelle del puerto!. Es un espectáculo ver desembarcar familias enteras cargadas de camas, colchones, mantas, toda clase de cajas, y baterías de cocina.
Si no fuera por la alegría de los rostros más bien parecerían emigrantes de una ciudad asaltada.
Es gente que huye no de una guerra ni de un incendio, sino sencillamente del verano sevillano. Diariamente, durante dos horas, el camino de Bonanza a Sanlúcar ofrece el más original de los espectáculos: una ruidosa y alegre procesión de carretas, calesas, mulos, caballos y asnos. Los marineros desocupados de Bonanza se reparten viajeros y equipajes y todos consiguen su presa. Cuando la marea baja, muchos siguen la orilla del mar.
¡Pronto se adueñarán de la playa!.

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