Llevaba mucho tiempo que quería
entrar en la iglesia de Capuchinos, que apenas tengo alguna foto del interior,
y del convento ninguna.
Ayer, en el paseíto de la tarde, llegué
hasta allí y me di cuenta de que estaba la puerta abierta, así que decidí entrar
y estaban en la misa, aunque escuche que el oficiante en ese momento decía lo
de “Podéis ir en paz”. Así que no tendría que esperar nada, aunque me di cuenta
de que muchas personas de las que estaban en misa se quedaron rezando.
Espero unos segundos, intento
moverme un poco para hacer alguna foto y, ¡Oh, tierra trágame! Iba a liarla
parda. No había caído en el ruidazo que puede hacer unas ruedas recién compradas,
en un suelo de mármol, supongo que bien encerado. Los ruidos eran horrorosos y
yo no sabía que hacer o donde meterme. Ya no había forma de arreglarlo, debía
seguir para adelante con el ruidazo y las miradas de todos los que estaban
rezando.
Al final no hice todas las fotos
que hubiese querido, ya que me encontraba bastante violento y espero entrar
otro día que haya menos gentes y que las ruedas estén un poco más gastadas.
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