¿Qué vida realizarían los hombres
de la expedición de Magallanes en los cuarenta días que permanecieron en
Sanlúcar hasta que salió a hacía la aventura expedicionaria?.
De las actividades cotidianas
durante esos días en la ciudad, apenas hay constancia, aunque suponemos que lo
más importante era terminar el aprovisionamiento de los barcos.
Martín Fernández de Navarrete, al
hacer una relación del coste que tuvo la armada de Magallanes, según los
papeles del Maluco que se encuentran en el
Archivo de Indias, describe que en Sanlúcar de Barrameda se compró siete
vacas, tres puercos y carne.
"Diez y siete mil
setecientos treinta y cinco maravedies, los 14.000 que costaron siete vacas que
se compraron en Sanlúcar para el viaje,
y 1.180 que costaron tres puercos; 2.560 maravedis que se gasto de carne con la
gente cuando bajaron las naos a Sanlúcar y en Sanlúcar según mas largo paresce
por el libro de la armada".
Por su parte, la historiadora Mª
Lourdes Díaz-Trechuelo, escribe lo que sigue.
"Es probable que en toneles
sanluqueños se envasara el agua, también de Sanlúcar, y casi seguro de Las
Piletas, que embarcaron en las naos".
Suposición en la que también
abunda el Ingeniero Técnico Naval, Ignacio Fernández Vial, al decir:
"Estas jornadas se
aprovechan para cargar agua dulce, vinagre y vino".
Lo del agua de Las Piletas, lo
suponemos una licencia ya que teniendo en cuenta los buenos pozos existentes en
la ciudad, más cercanos al lugar donde estaban amarrados los barcos, no parece
muy lógico que el agua que se cargase fuese precisamente de ese sitio.
La única referencia a Sanlúcar
que hace Pigaffeta en su diario también habla del aprovisionamiento de la
armada, y al mismo tiempo nos descubre como diariamente los hombres bajaban a
tierra a oír misa en Ntra. Sra. de Barrameda.
"El capitán a bordo.-
Algunos días después, el capitán general y los capitanes de los otros navíos
vinieron de Sevilla a Sanlúcar en chalupas, y se acabó de aprovisionar a la
escuadra. Todas las mañanas se saltaba a tierra para oír misa en la iglesia de
Nuestra Señora de Barrameda, y antes de partir, el capitán ordenó que toda la
tripulación se confesara; prohibió además rigurosamente que embarcase en la escuadra
ninguna mujer."
Este hecho nos hace suponer que
la escuadra estaba anclada en el antiguo puerto de Barrameda o puerto de
Bonanza, ya que sería ilógico venir hasta esta ermita a oír misa diariamente si
estuviesen en otro punto más lejano.
Tesis que Mª Lourdes
Día-Trechuelo avala al decir:
"El puerto de Bonanza parece
que existía también en el siglo XIII y se llamaba de Barrameda; de él tomó su
nombre la ermita que menciona Pigafetta en su Diario,..."
En cuanto a la ermita de la que
escribe Pigaffeta en su relato, podemos obtener más información con las
descripciones que hacen los historiadores locales de las capillas y ermitas
existentes en Sanlúcar y en las que encontramos abundantes referencias a Ntra.
Sra. de Barrameda.
La historia de esta ermita y
convento está rodeada de un halo de misterio, al hacernos los historiadores
referencias a la Orden de los Caballeros Templarios que acompañaron a Fernando
III el Santo en la conquista de Sevilla, y a su hijo, Alfonso X el Sabio en la
de Jerez. Así, Juan Pedro Velázquez Gaztelu nos cuenta:
"Ermita de Ntra. Sra. de
Barrameda de templarios por los años de 1270 y convento de Jerónimos desde
1440"
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