viernes, 17 de junio de 2016

Pescaito frito

Ya saben que me gusta contar cosas antiguas porque muchas personas no las vivieron y estoy convencido que les hará ilusión conocerlo y otras personas podrán rememorar esos recuerdos, que nunca es malos volverlos a vivir en nuestra imaginación, sobre todos los que son buenos.
 Una de las tradiciones más sanluqueñas a lo largo de la historia ha sido la venta y la compra de pescado frito, ya sea como se hace hoy en los bares, por raciones y en los modernos taperware o en las tradicionales freidurías o freidores que existieron en la ciudad hasta los años ochenta, en que otro tipo de comidas y costumbres inundaron la ciudad.
Y seguro que todavía muchos recordarán el olor apetitoso que inundaba las calles Santo Domingo y Ancha o los papelones de “pescao” frito de Rivero y del último donde he visto el pescado en un escaparate, en la Calle Jerez esquina a la calle Descalzas, puede que sea donde hoy se encuentra el Arquillo.
De “anca” Rivero, que se encontraba en la primera casa de la calle Santo Domingo, esquina a Santa Ana, recuerdo levemente la venta de cartuchos, papelón, de pescado frito en papel de estraza y una viena para comerlo por la calle o justo enfrente, que se encontraba La Goya, donde podías degustarlo a cambio de las bebidas, en unas mesas de madera y unas sillas que se cerraban, que también se han perdido aunque fueran un poco más cómodas que algunas de las modernas con toda su sofisticación.
De estas freidurías recuerdo, o puede que me lo hayan contado, hasta como algunas personas que no andaban sobrados de dinero pedían las “mijitas”, que no eran otra cosa que los restos que iban quedando en la parte baja del lugar donde se almacenaba las frituras, que mayormente era harina frita, aunque algún trozo de pescado caía. Supongo, que no estoy seguro, que esta parte de la fritura sería mucho más barata.
Pero la tradición de vender pescado frito no es algo moderno, aunque yo lo recuerde en los últimos coletazos, y ya en el siglo XVI encontramos noticias en Sanlúcar de la existencia de varias freidurías, que según las ordenanzas tenían estipulado el tipo de pescado que podían vender, porque no eran todos. Así nos encontramos que los pescados que se podían servir en las freidurías sanluqueñas eran sardinas, albures y caballas, así como cazón guisado.
Otra noticia de la tradición freidora de la ciudad la encontramos el año de 1530, cuando los marineros solicitaron permiso para poder freír y vender pescado frito en sus casas y así poder sacar algún dinero más para sobrevivir.

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