Corría el año 1480 cuando la
duquesa Leonor de Rivera y Mendoza, esposa del duque Enrique el Magnífico se
trae de Sevilla a unas beatas dominicas que se encontraban en un convento de
clausura. La idea de la duquesa era la constitución de un beaterio y para este
propósito adquiere unas casas y en ese sitio se constituye el beaterio de Santa
María de la Encarnación, aunque creo que nadie lo ha conocido nunca por ese
nombre, sino por el de Madre de Dios, que fue a partir de 1505 monasterio, en
que fue convertido por el duque Juan Alonso IV.
Pero no sólo se constituyó el
monasterio, sino que se le otorgó una serie de privilegios, como una renta de
30.000 maravedís, grano y también se le hizo donación del agua del Pozo
Amarguillo, para que llegasen por cañerías hasta el convento. Y aquí vino un
problema que se puede considerar histórico, por los años que duró, ya que la
donación del agua se le hizo de forma “perpetua e irrevocable”.
Pueden imaginar cómo estaba el Cabildo, los capitulares y los sanluqueños en general con la medida, que veían como la decisión del duque suponía un grave problema para los vecinos de la villa que se encontraban sin agua, mientras que a las monjas les sobraba, hasta que parece que se llega a un principio de acuerdo de compartirla entre el monasterio y los vecinos del barrio bajo.
Pueden imaginar cómo estaba el Cabildo, los capitulares y los sanluqueños en general con la medida, que veían como la decisión del duque suponía un grave problema para los vecinos de la villa que se encontraban sin agua, mientras que a las monjas les sobraba, hasta que parece que se llega a un principio de acuerdo de compartirla entre el monasterio y los vecinos del barrio bajo.
Pero no acabo aquí el problema y
así los capitulares volvieron a tratar el asunto del agua el 6 de septiembre de
1532, y se comisiono a algunos capitulares para que tratase con las religiosas
el asunto, aunque al no llegar a acuerdo, ya que las religiosas exponían que
habían realizado un gasto considerable en la canalización, y como el pleito no
se solucionaba decidieron poner el asunto en manos del duque.
En octubre del año 1533 el
Cabildo adopta el acuerdo de que el agua del Pozo Amarguillo continuase
llegando hasta el convento de Madre de Dios, pero de aquí se canalizaría hasta
la llamada plaza de la Panadería o de San Roque.
Así se solucionó un pleito que
duró años.
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