Proseguía mi paseo dominical por el Barrio
Alto, cuando en una de sus calles, creo que Callejón del Mono me encuentro esta
ventana con una maceta de geranios que me pareció un tanto abandonada. Como si
los dueños de la casa hubiese decidido abandonar y dejarla abandonada, y claro
era inevitable la foto. Una ventana con una reja reforzada y con señales de
haber sido asaltada antes de su reforzamiento, y con esas telarañas que nos
dicen que debe estar mucho tiempo sin abrir.
En estas estaba pensando, imaginando los
dueños de la casa que suponía abandonada y con una maceta de geranios rojos tan
abandonada como la casa, cuando me fijo y lo que me llama la atención es que
además de la ventana existe lo que fue una puerta, una puerta que aún conserva
sobre ella la luz que nos aclara que debía ser una calle oscura y el número
siete, de antes de ser cerrada.
Aquí les dejo la historia, la historia que lo
mismo ni siquiera lo es. La historia que es probable que no exista más que en
mi imaginación, pero como les decía las tardes del domingo son buenas para eso,
para imaginar, pasear y fotografiar.
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