viernes, 2 de marzo de 2012

Las chozas


Yo recuerdo perfectamente haber vivido aunque sea de forma esporádica en una de esas chozas, bueno en una aun más antigua que esa porque no sólo el techo era de barrón, sino que era completa de esa planta.
Mi abuelo Curro y mi abuela Lola, vivían en una que el mismo había construido en los años cuarenta, cuando se fueron a vivir a la zona de la Veta de la Serrana, justo al lado del Cerro del Cura.
Mi abuelo era un experto en hacerlas, construía y arreglaba todas las de los vecinos. Recuerdo que era grande y estaba dividida en dos habitaciones, una que era comedor y sitio donde estar y otra que era dormitorio común. Por supuesto que el suelo era de tierra pero estaba perfectamente aplastadita y completamente limpia.
Delante tenía un gran sombrajo, que era donde se hacía la vida durante casi todo el día, también construido con barrón.
Muchas de las chozas o conjuntos de chozas estaban resguardadas por lo que se denominaban vallados, que era una especie de pared de hatunas, que rodeaba como forma de protección y que abundaban por toda la ciudad, sobre todo en las zonas rurales. Hasta hace pocos años continuaban existiendo algunos vallados, que también servían para coger higos con unas cañas a las que se le ponía en una de las puntas un trozo del tronco de la mazorca. Esos hijos se vendían por las calles, pelados o con cascara.

1 comentario:

Ramon Valenzuela dijo...

Frente a la estación del tren del barrio alto, en Sanlúcar, cruzando las vías existían varias chozas. Una muchacha que trabajaba en la sastrería de mi padre nos invitó un domingo a comer "arrope" y degustar calostros. Yo nunca había visto un chozo por dentro y a mi corta edad quedé asombrado por su sencillez y frescura.