No cabe duda que una de las pocas diversiones que tenía la villa de Sanlúcar de Barrameda, en contadas ocasiones por supuesto, que no andaban las cosas para muchos festejos en la antigüedad eran las celebraciones taurinas. Normalmente se organizaban toros en las fiestas del Corpus, la más celebrada en la época, así como en otras fiestas menores o en ocasiones especiales o de relevancia. Hoy me gustaría hacer un recorrido por las noticias y curiosidades taurinas que he encontrado y que quiero compartir con ustedes y otro día les hablaré de las plazas de toros que ha tenido la ciudad a lo largo del tiempo.
La primera noticia de la celebración de toros en Sanlúcar la he encontrado es del día del Corpus del año 1512 que se lidiaron en nuestra villa toros que además de por la fiesta religiosa era para celebrar la mejoría de salud que tuvo el duque don Enrique, que además era quien los pagaba, claro.
Luego ya van apareciendo apuntes contables en las cuentas de los duques, que supongo que eran los que tenían dinero para ello, para la compra de toros y así el año 1534 compra un astado a un vecino por diez ducados para que fuese lidiado por la Navidad y en 1537 regaló otro que compró en Trebujena por nueve ducados para ser toreado coincidiendo con la fiesta de San Juan.
Claro que no eran sólo las celebraciones religiosas las que hacían que los toros apareciesen por las plazas de la ciudad, plaza de Arriba y plaza de Abajo, porque con fecha 20 de mayo de 1538 y coincidiendo con la concesión por el rey de los títulos al sexto duque de Medina Sidonia, Juan Alonso Pérez de Guzmán, hubo grandes fiestas, llegando a cubrirse la Cuesta de Belén de una alfombra de flores para cuando pasara el nuevo duque, las campanas de las iglesias comenzaron a repicar y, cómo no, hubo en la plaza de la ribera la lidia de tres toros y juego de cañas, otra actividad festiva que se lleva mucho en la época y que enfrentaba a caballeros.
Un dato curioso ocurrió el 6 de junio del año 1608, que es cuando se produce el famoso milagro al encenderse la lámpara y rebosar el aceite donde se encontraba la Virgen de la Caridad.
El motivo del olvido en el encendido de la lámpara que tenía en su hornacina de la calla Bolsa, parece ser que no fue otro que el celebrarse en la Plaza Alta un festejo de taurino coincidiendo también con la fiesta del Corpus y encontrarse en la fiesta todo el pueblo, que para un día que festivo tenían tampoco era cuestión de quedarse al cuidado de la lamparita.
Aunque el hecho que voy a narrar no ocurrió exactamente en Sanlúcar, merece hacer una mención de algo que ocurrió el 15 de marzo del año 1624, cuando el rey Felipe IV se encontraba invitado por el duque de Medinasidonia al coto de Doñana, en unos festejos dignos de comentar algún día por su esplendidez y que si tienen ocasión les recomiendo que lo busquen en algunos de los libros donde están descritos, porque se quedarán con la boca abierta ante el derroche.
Pues esa mañana, sábado, como a las ocho de la mañana, a su majestad se le antojó que quería ver lidiar toros en el patio de las casas donde se encontraba, y claro, como no era cuestión de llevarle la contraria nada menos que al rey, en menos de una hora y media se construyó el toril y se encerraron doce toros, de los cuales se lidiaron nueve y hasta el rey se atrevió a matar uno de ellos, eso sí, con un arcabuz.
Una noticia un tanto divertida ocurre en septiembre del año 1643 cuando se celebra un Cabildo en el que se acuerda expresar "su esperanza de que de pronto salga don Gaspar de su prisión de Coca”, donde se encontraba, pero al mismo tiempo aprovechaban para decir que en caso de salir lo celebrarían “con misa, procesión, y fiesta de toros". Como podemos ver las ganas de fiesta ha sido una constante en la ciudad, y en cuanto se tenía una oportunidad se aprovechaba.
El primer conocimiento histórico de un torero sanluqueño lo encontramos el año 1722, en que se tienen noticias de la actuación en Pamplona de Francisco Martínez, llamado "el torero del palo", nombre que se debía por haber saltado con el palo diversos toros, ya que en esa época las fiestas de toros no tenían la estricta reglamentación de hoy día y podían permitirse esas licencias, como hemos podido ver en algunos de los cuadros del genial Goya.
Si tenemos en cuenta que en esa fecha estaban prohibidas la fiesta de los toros, parece un poco atrevida la petición que hace el Cabildo de la ciudad de 8 de mayo de 1797 de pedir al Consejo del Reino autorización para celebrar cien novilladas, creando un arbitrio para poder pagar un préstamo que se debía al reino. Se autorizó que se pudiesen dar diez corridas cada año, supongo que en el Consejo decidiría autorizar temiendo que de otra forma no se llegase a pagar la deuda contraída. Por lo menos cobraremos, pensarían. De lo que no tenemos constancia es si llegó a pagar el préstamo o no.
Una de las celebraciones tradicionales también en la ciudad eran los llamados “gallumbos”, que era un festejo, como todavía existen tantos por España, que se hacía paseando por la ciudad unos toros que iban por las calles atados a largas cuerdas ante el jolgorio de los vecinos. El año 1813 tenemos constancia de la celebración de “gallumbos” en Sanlúcar, al no tener en ese momento plaza de toros la ciudad.
Por último me gustaría recordar a dos toreros sanluqueños, pero hacer sólo una pincelada de ellos, para en el próximo artículo dedicarle más espacio a los mismos.
Así el 25 agosto de 1829 toma la alternativa un torero sanluqueño, que lo hizo en la plaza de toros de El Puerto de Santa María, apadrinado por Lucas Blanco. Se trata del diestro local Francisco Ezpeleta Moreno.
Unos años más tarde, el 25 de junio de 1873, tomó la alternativa también en el Puerto de Santa María Manuel Hermosilla Llanera y quiero terminar con la referencia a la corrida a beneficio de los terremotos que hubo en Málaga y Granada, se celebró en el antiguo circo de la Victoria en la que se encerró Hermosilla con cuatro toros.
La primera noticia de la celebración de toros en Sanlúcar la he encontrado es del día del Corpus del año 1512 que se lidiaron en nuestra villa toros que además de por la fiesta religiosa era para celebrar la mejoría de salud que tuvo el duque don Enrique, que además era quien los pagaba, claro.
Luego ya van apareciendo apuntes contables en las cuentas de los duques, que supongo que eran los que tenían dinero para ello, para la compra de toros y así el año 1534 compra un astado a un vecino por diez ducados para que fuese lidiado por la Navidad y en 1537 regaló otro que compró en Trebujena por nueve ducados para ser toreado coincidiendo con la fiesta de San Juan.
Claro que no eran sólo las celebraciones religiosas las que hacían que los toros apareciesen por las plazas de la ciudad, plaza de Arriba y plaza de Abajo, porque con fecha 20 de mayo de 1538 y coincidiendo con la concesión por el rey de los títulos al sexto duque de Medina Sidonia, Juan Alonso Pérez de Guzmán, hubo grandes fiestas, llegando a cubrirse la Cuesta de Belén de una alfombra de flores para cuando pasara el nuevo duque, las campanas de las iglesias comenzaron a repicar y, cómo no, hubo en la plaza de la ribera la lidia de tres toros y juego de cañas, otra actividad festiva que se lleva mucho en la época y que enfrentaba a caballeros.
Un dato curioso ocurrió el 6 de junio del año 1608, que es cuando se produce el famoso milagro al encenderse la lámpara y rebosar el aceite donde se encontraba la Virgen de la Caridad.
El motivo del olvido en el encendido de la lámpara que tenía en su hornacina de la calla Bolsa, parece ser que no fue otro que el celebrarse en la Plaza Alta un festejo de taurino coincidiendo también con la fiesta del Corpus y encontrarse en la fiesta todo el pueblo, que para un día que festivo tenían tampoco era cuestión de quedarse al cuidado de la lamparita.
Aunque el hecho que voy a narrar no ocurrió exactamente en Sanlúcar, merece hacer una mención de algo que ocurrió el 15 de marzo del año 1624, cuando el rey Felipe IV se encontraba invitado por el duque de Medinasidonia al coto de Doñana, en unos festejos dignos de comentar algún día por su esplendidez y que si tienen ocasión les recomiendo que lo busquen en algunos de los libros donde están descritos, porque se quedarán con la boca abierta ante el derroche.
Pues esa mañana, sábado, como a las ocho de la mañana, a su majestad se le antojó que quería ver lidiar toros en el patio de las casas donde se encontraba, y claro, como no era cuestión de llevarle la contraria nada menos que al rey, en menos de una hora y media se construyó el toril y se encerraron doce toros, de los cuales se lidiaron nueve y hasta el rey se atrevió a matar uno de ellos, eso sí, con un arcabuz.
Una noticia un tanto divertida ocurre en septiembre del año 1643 cuando se celebra un Cabildo en el que se acuerda expresar "su esperanza de que de pronto salga don Gaspar de su prisión de Coca”, donde se encontraba, pero al mismo tiempo aprovechaban para decir que en caso de salir lo celebrarían “con misa, procesión, y fiesta de toros". Como podemos ver las ganas de fiesta ha sido una constante en la ciudad, y en cuanto se tenía una oportunidad se aprovechaba.
El primer conocimiento histórico de un torero sanluqueño lo encontramos el año 1722, en que se tienen noticias de la actuación en Pamplona de Francisco Martínez, llamado "el torero del palo", nombre que se debía por haber saltado con el palo diversos toros, ya que en esa época las fiestas de toros no tenían la estricta reglamentación de hoy día y podían permitirse esas licencias, como hemos podido ver en algunos de los cuadros del genial Goya.
Si tenemos en cuenta que en esa fecha estaban prohibidas la fiesta de los toros, parece un poco atrevida la petición que hace el Cabildo de la ciudad de 8 de mayo de 1797 de pedir al Consejo del Reino autorización para celebrar cien novilladas, creando un arbitrio para poder pagar un préstamo que se debía al reino. Se autorizó que se pudiesen dar diez corridas cada año, supongo que en el Consejo decidiría autorizar temiendo que de otra forma no se llegase a pagar la deuda contraída. Por lo menos cobraremos, pensarían. De lo que no tenemos constancia es si llegó a pagar el préstamo o no.
Una de las celebraciones tradicionales también en la ciudad eran los llamados “gallumbos”, que era un festejo, como todavía existen tantos por España, que se hacía paseando por la ciudad unos toros que iban por las calles atados a largas cuerdas ante el jolgorio de los vecinos. El año 1813 tenemos constancia de la celebración de “gallumbos” en Sanlúcar, al no tener en ese momento plaza de toros la ciudad.
Por último me gustaría recordar a dos toreros sanluqueños, pero hacer sólo una pincelada de ellos, para en el próximo artículo dedicarle más espacio a los mismos.
Así el 25 agosto de 1829 toma la alternativa un torero sanluqueño, que lo hizo en la plaza de toros de El Puerto de Santa María, apadrinado por Lucas Blanco. Se trata del diestro local Francisco Ezpeleta Moreno.
Unos años más tarde, el 25 de junio de 1873, tomó la alternativa también en el Puerto de Santa María Manuel Hermosilla Llanera y quiero terminar con la referencia a la corrida a beneficio de los terremotos que hubo en Málaga y Granada, se celebró en el antiguo circo de la Victoria en la que se encerró Hermosilla con cuatro toros.
Artículo publicado en “Sanlúcar Digital” el día 8 de julio de 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario