En Sanlúcar existía una de las
fábricas de jabón más antiguas de España, ya que del año 1513 existe constancia
escrita de la utilización como propio de la villa el armajo en las marismas.
El almarjo se utilizaba una vez
quemado como cenizas para la fabricación de jabón.
La fábrica de jabón, o Almona,
estuvo situada en la misma orilla de la playa, denominándose Almona, nombre que
ha pervivido en el lugar, que aún continúa llamándose con el mismo nombre. Para
la fabricación del jabón se utilizaba la ceniza de una planta que abunda mucho
en la ciudad, denominada Armajo. La masa que salía de la mezcla del aceite y
ceniza de armajo se denominaba mazacote, otro nombre con él se sigue asignando
a una zona cercana al lugar donde se encontraba la Almona.
La palabra Almona es de claro
origen árabe, "almuna", y su significado es el de jabonería o fábrica
de jabón.
Esta industria de jabón
pertenecía en principio a los duques de Medina Sidonia, que la traspasaron más
tarde a la casa de Medinaceli, ya que la producción y comercio del jabón estuvo
monopolizado por la nobleza hasta que las Cortes de Cádiz abolieron dichos
privilegios. Los Medina Sidonia Traspasaron a los Medinaceli la Almona el año
1757, con una renta de 60.000 reales al año.
Los Duques de Medinaceli venden,
el 6 de mayo de 1855, la Almona de Sanlúcar a don Ramón Sáenz, por la cantidad
de 59.500 reales y el compromiso de entregar anualmente 600 reales y réditos de
18 reales a la Hermandad de las Ánimas de Sanlúcar.
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