miércoles, 4 de enero de 2017

El poblado de Bonanza, según Velázquez Gaztelu

Juan Pedro Velázquez Gaztelu en su Historia Antigua y Moderna de la muy noble y muy leal ciudad de Sanlúcar de Barrameda nos cuenta lo que sigue sobre el antiguo poblado de Bonanza:
Hemos visto en el privilegio de la donación de Sanlúcar, llamarla el rey don Fernando el IV el año 1297, treinta y cinco años después de su conquista de los moros Sant Lúcar de Barrameda, de cuyo cognombre y sus varias etimologías tratamos en otra parte de esta obra, con que nuestro intento ahora es probar el paraje de nuestro territorio, que tuvo propia y específicamente este nombre.
El lugar pues, que peculiarmente tuvo el nombre de Barrameda con población y territorio que lo abrazaba, fue le que llamaremos hoy Bonanza, y todos sus anexos, como son los Pinares, y convento de San Gerónimo, donde ha más de trescientos años que conserva su denominación primaria de Santa María de Barrameda, y porque en la fundación de este monasterio se ha de tratar largamente de este asunto, pasaremos ahora a exponer otras pruebas, que hacen indubitable el nombre y población en aquel paraje.
Cuanto al nombre, en la sentencia definitiva que el señor rey don Alonso el XI pronunció en 9 de agosto de 1327 a los 29 años poco más o menos de la fundación de Sanlúcar a favor don Juan Alonso de Guzmán, su segundo señor, contra los almojarifes de Sevilla, que le disputaban el percibo del almojarifazgo de las naos que fondeaban en su puerto se leen estas cláusulas:
"Sobre razón que dicen ellos, han de haber el almojarifazgo de las mercadurías que los navíos cargan e descargan en la villa de Solucar de Barrameda, así en los que entraren como en los que salieren por la Foz de la canal de Barrameda, etc."
Que es Bonanza y en nuestros primeros libros capitulares encontramos repetidas memorias de llamarse el ancladero de las naves de esta ciudad Puerto de Barrameda por los años de 1522 y siguientes, y con el mismo nombre el expresado convento de San Jerónimo y a Bonanza se le conservaba aún por los años de 1563.
Y cuanto a la población, la evidencia en aquel sitio varios documentos que paran en el archivo de la Casa de Medina Sidonia en Madrid. (En estos momentos se encuentra en Sanlúcar de Barrameda)
Es el primero la citada escritura de transacción, otorgada entre los señores don Juan de Guzmán, primer duque, y su hermana doña María, en la villa de las Garrobillas en 4 de abril de 1442, en que después de nombrar otros pueblos dice así:
"E otrosí más la casa de Barrameda, con la casa del Pasaje, e con sus términos, e prados e pastos, e casas e casares, e tierras, e heredamientos, e con todas las otras cosas, a las dichas casas accesorias e pertenecientes."
El segundo, el artículo de una cuenta número 79 del libro horadado de cuentas de la Casa de Medina Sidonia del año de 1503 que dice lo siguiente:
"El dicho Diego Martín, albañil, ha de haber por toda la obra de albañilería de la Iglesia que el señor duque mandó hacer en su lugar del Puerto de Barrameda, la cual obra se remató en él, en 45.000 maravedíes, según parece por el remate que pasó ante el escribano público de Sant Lúcar".
Siguen después la partidas de la data, y en la cuenta de Luís de Vargas, recaudador de Sanlúcar, que están en el mismo libro número 1 dice así:
"Por carta del señor duque fecha a 17 de mayo de este año, por la cual manda al dicho Luís de Vargas que dé a Diego Martín, albañil, su vasallo de la villa de San Lúcar 15.000 maravedíes que son que ha de haber del tercio primero de 45.000 en que se remató en él, toda la obra de albañilería de la iglesia que su señoría mandó hacer en el su lugar del Puerto de Barrameda, según parece por el remate y condiciones, que pasó ante el escribano público de la dicha villa, los cuales manda que se libren en una renta de la villa de Sant Lúcar.
Sigue luego con otra diciendo:
"Por carta del señor duque fecha a 8 de noviembre de este año por la cual manda al dicho Luís de Vargas que dé a Diego Martín, albañil, vecino de Sant Lúcar, 30.000 maravedíes que son, que he de haber a cumplimiento de 45.000, porque él tomó a destajo toda la obra de la iglesia que su señoría mandó hacer en el lugar del Puerto de Barrameda; y manda su señoría a Alonso de Vides, que los pague de los maravedíes que cobra por el dicho Luís de Vargas, los 15.000 luego, y los otros 15.000 al tiempo que pareciere que se le han de dar, por el contrato que tiene hecho de la obra que ha de hacer".
A la espalda de estos dos libramientos están los recibos del maestro albañil.
En la relación de las fundaciones de las ermitas de esta ciudad, damos una extensa noticia de la iglesia que aquí se menciona, que es la que muchas veces ampliada y reparada, conserva todavía el nombre de nuestra Señora de Bonanza, de que fue fundador, como vemos, el señor don Juan de Guzmán, tercero duque de Medinasidonia, cuya administración y servicio, se entregó por más vecinos a los religiosos jerónimos de Santa María de Barrameda.
El año de 1492 había descubierto la América, el famoso Cristóbal Colón, y en los años subsecuentes se fueron conquistando las islas mayores y menores llamadas las Antillas, y hoy de Barlovento, cuyos conquistadores, y las armadas que les conducían, se aprestaban, salían y volvían a este Puerto de Barrameda, o Bonanza, el que estando, a media legua de Sanlúcar, era de extremo trabajo e inconveniente, que tantas gentes que se ejercitaban en las carenas, aprestos, cargamentos, y equipajes de dichas armadas, viviesen todos en Sanlúcar; y así fue necesario permitirles el labrar casas, chozas y barracas, en toda aquella playa que corre desde las salinas de levante hasta el fuerte de San Salvador, y para que oyesen misa los días de fiesta les fundó este señor la citada iglesia, como uno de los más interesados en el aumento de aquellas conquistas, y promoción de su comercio, que supo disfrutar también, pues en los 15 años que gozó su casa, desde 24 de agosto de 1492 hasta 14 de julio de 1507 ningún señor de ella, la dejó más aumentada, ni lego más rico y cuantioso tesoro a sus herederos.
El sitio que corre desde Bonanza hasta las salinas se llamaba Zanfanejos, cuyo nombre se conserva, y en él estaba y estuvo por muchos años establecido, como en la costa de enfrente, el carenero de los navíos que iban a las Indias.
La casa del pasaje que expresa el instrumento del duque don Juan I como bienes que quedaron el conde don Enrique su padre, no puede ser otra cosa que el hospedaje de los marineros que pasaban de una orilla a otra la gente, pagando su contingente al arrendador de aquel pasaje del río, cuya barca ha sido siempre una de las rentas que ha tenido en Sanlúcar la excelentísima Casa.
Y a la tal casa sustituyó después la venta llamada del Ancón, que mandó fabricar el año de 1590 el señor duque don Alonso VII como consta de cuenta de aquel año que está en el archivo de la Casa, donde consta también el gasto de la fábrica que al mismo tiempo mandó hacer dicho señor en aquel paraje de veinte y seis tiendas de comestibles, lo que prueba el inmenso gentío que habitaba aquel lugar donde hubo también un baluarte más antigua, pues se dice que las tales tiendas estaban arrimadas al sitio que solía ser baluarte.
Con estas tiendas labró el mismo señor unos almacenes pues unos y otros los menciona entre los bienes libres que dejaba en su testamento, otorgado en esta ciudad ante Fernando Parra en 26 de enero de 1601.
Últimamente por escritura otorgada ante Juan de Torres, escribano público y de cabildo de Sanlúcar, en 28 de diciembre de 1617, consta que una habitación que había labrado en Bonanza el marqués de Cadereita, capitán general de la Real Armada, la cedió al señor duque don Manuel VIII en precio de 13.286 reales vellón para incorporarla en estos almacenes, de los que duran aun sus aniquilados vestigios.

El comercio de las Indias como dejamos insinuado, fue quien dio el mayor fomento a esta población de Barrameda, que lo había sido aún antes de su descubrimiento. La mudanza a Cádiz del mismo comercio la ha reducido a los tres edificios de la ermita, la venta y el castillo, que como independientes han podido subsistir, y ahora en estos últimos tiempos, una casa, para el resguardo de las rentas reales.

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