Ayer, martes, por lo visto
amanecí yo con ganas de Semana Santa, y vaya si lo he aprovechado. Otras veces
suelo ir a las iglesias donde salen las procesiones de ese día y hacer algunas
fotos, una costumbre que adquirí cuando con la silla convencional iba como
metro y medio más bajo que los demás, con lo que en lugar de fotos, me llevaba
sofocones. Ahora también me llevo alguno, por esa manía mía de ser respetuoso y
no meterme en medio de la procesión, aunque hoy he de reconocer que me he
metido y además creo que he pillado a algún paparazzi inmortalizando la escena,
que lo mismo anda ya por Facebook.
La mañana de todas formas no
estuvo para muchas historias, porque entre que el móvil que se supone que es
casi nuevo ha dicho aquello de el que quiera cargar que se rasque los
cataplines, porque yo no estoy por la labor y me he tenido que ir buscando uno
nuevo mientras que arreglan el otro que todavía está en garantía. ¿Qué se
apuestan que ahora es de la batería y la batería no está en garantía?. Uf, me
lo empiezo a temer.
Otro que ha decidido darme la
mañana es el ministro Montoro, que por lo visto se ha pensado que en lugar de
un jubilado soy el dueño de los grandes emporios y que soy el que tengo que
sacarles de la crisis. He ido a un experto, pero temo que terminaré pagando la
batería nueva y lo que me pide Montoro y la madre que lo trajo.
¿Qué tal si te vas al gimnasio un
rato y sueltas las malas pulgas que te han entrado?. Creo que será lo mejor,
porque allí termino cansado, pero me olvido de lo que no me interesa.
Después de comer me acuerdo que
hoy sale la hermandad de la Santa Cena, de Bonanza, mi barrio del alma, y sin
pensármelo dos veces decido cambiar la siesta por el paseíto.
No hizo falta llegar a Bonanza,
me encontré la procesión por la Barriada de Andalucía, y le hice algunas fotos desde
varios lugares de la carretera de Bonanza.
Cinco y media de la tarde.
Antonio, el café. Que tú sin café no eres persona, y me fui al bar de todos los
días, donde un grupo de amigos y amigas tomamos el café y charlamos, charlamos
y charlamos.
De pronto otro de esas “picás”
que a mí dan de pronto y no hay forma de pararme. ¡Voy a subir la cuesta de
Belén!.
Tampoco es que yo esté como para
que me encierren y se me antoja subir la cuesta de Belén es porque me acordé
que todavía no había probado subirla con mi vehículo nuevo, y hoy era el día,
hoy que la tengo toda entera para mí, y además aprovecho y veo y hago algunas
fotos a la otra hermandad que sale en Sanlúcar el martes santo, el Consuelo.
Me quedo maravillado de cómo sube
el scooter la cuesta, el único problema es el que esté formada por piedras
redondas que me dejan los riñones “eslomaitos”, y me voy diciendo que no subiré
nunca más esa cuesta, sin saber que como el peor piojo es el de la lengua, no
tardaría ni una hora en subirla de nuevo.
Llego al barrio alto y como yo no
sé cómo he hecho las cuentas de por dónde va la hermandad del Consuelo, me
entero que todavía está en la calle de la Plata y que tarda en llegar a la
cuesta de la Caridad por lo menos hora y media, así que decido no esperar, que
mi paciencia es poca, y sin pensármelo dos veces me voy para la calle de la
Plata, aprovechando que la mayoría de las calles están cortadas al tráfico, ¡qué
maravilla!.
Como pueden comprobar en el
reportaje fotográfico, hice algunas fotos en esa calle, que me parece bastante
insulsa para la Semana Santa, así que cuando pasaron las imágenes decidir
adelantarlas por la calle Baños y subir por Ganado. Pero mi gozo en un pozo,
los primeros penitentes, nazarenos, habían llegado antes que yo, y no era
cuestión de quedarse otra hora y pico para nada.
¡Sube otra vez por la cuesta de
Belén!. ¿Otra vez la cuesta de las piedras?. Pues es la única solución si
quería verlo en la cuesta de la Caridad, que me gusta mucho porque ahí me puedo
poner mucho más alto que le gente y me permite mejor hacer mejor las fotos.
Bueno, no me enrollo más y en
entrada aparte les dejo las fotos de las dos procesiones que salieron en
Sanlúcar el Martes Santo.
Nota: Ni soy escritor, ni soy fotógrafo, simplemente soy contador de cosas y como tal, las cuento con las teclas o con la cámara, según me parece.
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