domingo, 15 de septiembre de 2013

Mirar la iglesia de Santo Domingo



El paseo de esta mañana ha sido largo con el fresquito: Desde la calle Ancha a la glorieta del Betis, camino Ancho hasta la calle Rubiños, Barrameda y vuelta a la calle Ancha, que es el lugar de llegada de casi todos los días.
Día productivo con la cámara, con algunas fotos que ya enviaré a quien debo, y otras que iré publicando poco a poco, sobre todo aquellas que considere curiosas.
Hoy no haré un recorrido fotográfico por los lugares del paseo, sino que voy a dedicar el reportajillo a un sólo lugar, porque la mayoría de las veces vamos tan enfrascados en nuestras cosas que casi no tenemos tiempo a pararnos unos segundos a mirar para arriba y nos perdemos toda la belleza que está por arriba de nuestros ojos.
Aquí quería contarles una intimidad, que ya saben que yo para estas cosas tengo muy poco pudor. Hace como diez o doce años, no recuerdo cuantos, cuando por primera vez dejé los bastones y pillé la silla de ruedas no sabía cómo sería mi reacción, como sería mi adaptación. Pero he aquí que desde el primer día descubrí algo que me llenó de ilusión: Tenía manos y tenía ojos. Podía tocar, cosa que antes me era imposible porque llevaba las manos en los bastones y podía mirar tranquilamente para arriba sin pensar que tropezaría con algo y me caería. Os aseguro que eso me hizo mucho más feliz.
Hoy os quiero dejar un reportaje fotográfico realizado a la parte más alta de uno de los edificios más bellos de Sanlúcar de Barrameda, la Iglesia de Santo Domingo, pero sin hacer ninguna descripción, no quiero que nada distraiga la observación de la misma, y al mismo tiempo les pediría que cuando pasen por allí se acuerden de lo que les digo y echen una miradita a la parte alta, les aseguro que merece la pena.















 

Esta última foto si quiero comentarla. Es la parte curiosa, pero al mismo tiempo peligrosa. Una higuera ha crecido en la pared de piedra y si no se quita acabará por destrozar la pared.





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