La congregación de las Carmelitas
Descalzas llega a Sanlúcar de Barrameda por primera vez el 1 de octubre de
1644. En un principio eran cinco monjas y una novicia que vinieron unos días
antes, quedándose en casa de doña María Durán que las acogió, aunque estuvieron
muy poco tiempo en este lugar ya que a los ocho días se trasladaron a unas
casas que se encontraban contiguas a la iglesia de San Nicolás.
Cuatro años estuvieron las monjas
en las casas cercanas a la iglesia de San Nicolás, trasladándose el 14 de julio
de 1648 a la calle Bolsa a una casa de don Juan de Ledesma, un vecino de
Lebrija. Aquí estuvieron unos cuantos años, hasta les resultó bastante incómodo
la atención que debían a los Carmelitas Descalzos del convento de San Roque,
por haber bastante distancia entre su convento y el de los frailes, lo que
originó que el Arzobispo de Sevilla autorizase un nuevo traslado de las monjas
el 23 de abril de 1649.
El que se suponía que sería el
asentamiento definitivo eran unas casas cercanas a la ermita de San Miguel,
aunque primero estuvieron en la iglesia de San Miguel pero también ahí tuvieron
problemas, tanto del bullicio que debían soportar, sobre todo en los días de
fiesta, como el enfrentamiento que tuvieron con los hermanos de la cofradía de
San Juan de Letrán y las Ánimas. Así, Fernando Guillamas y Galiano en su
Historia de Sanlúcar de Barrameda nos cuenta que los hermanos tenían el
“propósito deliberado por expulsarlas de allí se enumeraban en interrumpirlas
en los Divinos Oficios y demás distribuciones de su regla. Esto las obligó a
mudarse a unas casas pequeñas que estaban entre la ermita y lo que hoy es
portería del nuevo convento, y en tanto que duró la obra de ese y la Iglesia
que disfrutan, les fue preciso sufrir muchas incomodidades por el dilatado
tiempo de 19 años”.
El 13 de mayo de 1664 fallece
Diego Riquelme de Quirós. Hijo del escribano público Nicolás Riquelme de
Quirós, ostentaría varios cargos eclesiásticos, como Obispo de Ciudad Rodrigo
de 1658 a 1661 y de Oviedo de 1661 a 1665. El año 9 de abril de 1664 es
nombrado por Felipe II Presidente del Real Consejo de Castilla, aunque estuvo
muy poco tiempo en el cargo, ya que murió mes y medio después de tomar
posesión. Está enterrado en la iglesia del Convento de las Descalzas, ya que su
cadáver fue traído a Sanlúcar el año 1674 y enterrado el 20 de diciembre de ese
año.
El Obispo Riquelme de Quirós deja
herencia a las monjas Descalzas, con la que el año 1669 comienzan a edificar la
iglesia del convento, con la herencia y la contribución que hicieron muchas
familias sanluqueñas.
El 12 octubre 1675, coincidiendo con la
celebración de la beatificación de San Juan de la Cruz, se concluye la iglesia
del convento, que se denominó de Santa Teresa, siendo consagrada unos días más
tarde, el 19 de octubre de 1675, aunque cuando se consagró la iglesia carecía
de retablo, que no se comienza a construir hasta el año 1704 en que el tallista
de origen flamenco Pedro Relings, casado con la sanluqueña Isabel María de
Melo, empieza la obra que tendría una duración de un año, siendo pagados los
5000 escudos de plata que tuvieron de gasto por el gobernador de la ciudad
Manuel de Casadevante.
Es de gran belleza, de estilo
barroco y está realizado en madera dorada.
Otro sanluqueño, en este caso
Pedro de Lepe y Dorante, colegial mayor de Maese Rodrigo, canónigo doctoral de
Badajoz, predicador del Rey Carlos II y Obispo de Calahorra y La Calzada,
fallece el 5 de diciembre de 1699 y es enterrado al lado derecho del altar
mayor, entre dos rejas del coro bajo, de la iglesia del Convento de las
Descalzas.
Entre los años 1760 y 1771 el
tallista jerezano Andrés Benítez realiza varios retablos laterales en la
Iglesia del Convento de las Descalzas: el de la Virgen de la Soledad, San
Joaquín, Santa Ana y la Virgen, Ntra. Sra. de la Concepción, hoy ocupado por
Santa Teresita del Niño Jesús.
Desde el año 2007 se encuentra
abierto al público previa petición de visitas Museo de las Monjas Descalzas.
En el Convento de las Descalzas
de Sanlúcar se encuentra una carta autógrafa de Santa Teresa de Jesús a su
hermano Lorenzo. La carta está fechada en Segovia a 15 de junio de 1580, así
como también cuenta el convento con el Códice de Barrameda, el Cántico
Espiritual de San Juan de la Cruz de 1646. Fue traído a Sanlúcar de Barrameda
de Córdoba por la madre María de San Pablo, cuando la nombraron priora del
convento sanluqueño.
Entre las joyas suntuarias que
existen en el convento de las Descalzas debemos señalar el crucifijo obsequiado
por don Juan Palafox a Don Diego de la Cueva y Aldama, sanluqueño que fue
obispo de Valladolid del año 1683 a 1707, quien lo donó al convento al ingresar
su hija, la hermana Isabel Mª de la Soledad, primera sanluqueña que profesó en
las Descalzas el año 1653.
El 27 de octubre de 1701 el
párroco de la ciudad Don Daniel de Herrera hace donación a las monjas del
convento de las Descalzas de un relicario que había recibido de su primo, Don
Pedro de Lepe y Dorantes. En este relicario se conserva la carta original de
Santa Teresa de Jesús que se encuentra en el convento.
De las piezas artísticas que
podemos encontrar en la iglesia del Convento de las Descalzas está las puertas
del comulgatorio de las monjas, que están decoradas con pinturas de plantas y
pájaros. Los retablos laterales de la iglesia que son de estilo rococó,
pintados en azul celeste con elementos dorados, por el jerezano Andrés Benítez
y Perea el año 1760.
Están las imágenes de San
Joaquín, Santa Ana y la Virgen. En el retablo a la derecha del altar mayor
aparece una imagen de Santa Teresa de Jesús con una capa blanca y crucifijo en
la mano y también podemos encontrar figuras del niño Jesús de Praga y el niño
Jesús Pastorcillo del siglo XVIII.
Como curiosidad le puedo contar
que la hermana cronista del Convento de las Descalzas marra que el día 13 de
marzo de 1554 tuvo lugar en Sanlúcar de Barrameda una gran nevada, de las que
no recordaban los más viejos del lugar.
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